Publicado en enero 2021, por Montserrat Peralta en La Lista – The Guardian.
La historiadora del arte, ilustradora y escritora habla del libro que coescribió: No son micro. Machismos Cotidianos
Eréndira Derbez no recuerda cuando empezó a dibujar, pero lo que sí sabe es que nunca paró. “De chiquita, mi mamá me llevaba siempre lápices y una hojita para ir a las reuniones de adultos y con eso yo estaba muy feliz, tranquila”. En esa época ella disfrutaba correr, jugar a la pelota y los deportes. Se consideraba una niña inquieta y en la escuela se enfrentó a algunos problemas porque sus dibujos no eran “convencionales”: personas azules, el sol sin rayos e incluso recrear las pinturas de Francisco de Goya: Maja Desnuda y la Maja Vestida.
Ahora es historiadora del arte, ilustradora y escritora. Cuenta que siempre ha compaginado el activismo con su trabajo. Y considera que la divulgación de los contenidos educativos y el conocimiento científico debe volverse más accesible y popular, por ello, empezó a dibujar cosas para explicar temas de política, ecología o biología, etc. La-Lista entrevistó a la coautora del libro No son micro. Machismos cotidianos, en donde se describen en texto e ilustración diversas violencias.
Me volví feminista por acto de supervivencia, no hay forma de que no, ha sido un proceso de mucho aprendizaje de muchos errores, muchas metidas de pata, pero también mucho resarcir cosas y en temas de aproximación teórica los feminismos me han dado mucho, pues me dedico a la historia. Entonces como historiadora e historiadora del arte, reivindicar la importancia de las mujeres en procesos históricos ha sido básico, así como visibilizar lo que ha sido tan poco estudiado y eso personalmente me ha hecho sentir mucho más segura de mí misma. Necesitamos crecer con referentes las mujeres y las niñas.
A nivel personal, los colectivos de mujeres han sido espacios en donde me siento profundamente segura y arropada, incluso en el disenso. Es un espacio donde ha habido discusiones fuertes, pero hay pactos de respeto que a mí me parecen básicos. Y en un país tan violento con las mujeres y en una sociedad donde las mujeres somos acosadas, violentadas, mal pagadas, porque también la violencia económica nos afecta muchísimo, el lente feminista me ha permitido entender cosas de forma mucho más integral, entender la complejidad de los fenómenos y cómo opera la violencia.
No se si me ha hecho más feliz, seguramente sí, pero también me ha hecho más tranquila, porque es darme cuenta que no soy una exagerada, que no estoy loca, que lo estoy viviendo es violencia, que lo que estoy viviendo es Gaslighting, hombres explicándome cosas todos los días y me ha permitido también enfrentar los dolores, las heridas de una forma mucho más cariñosa, tierna y combativa.
Pues fue una etapa simpática, la otra autora es Claudia, fue mi maestra en licenciatura y cuando me ofrecen el primer libro yo estaba en maestría y era mi profesora de estudios de género. Claudia es una persona muy coherente en su discurso y en su praxis es una mujer teórica feminista que se dedica a eso, estudió historia del arte y luego un posgrado en ciencias sociales especializando en género.
No es de estas personas que te pide que le digas doctora, le hables de usted y hace jerarquías dentro de los salones, es una mujer súper respetuosa y comprensiva, una muy buena profesora en muchos aspectos. Entonces cuando me invitan a escribir el libro yo dije: sí, pero lo quiero coescribir e invite a Clau. En su momento era mi maestra no es como si fuéramos amigas, y fue muy extraño llegar con ella y decirle: “Me prestas tu semblanza”, me la pasó y no sé qué se habrá imaginado.
A la editorial le gustó mucho la semblanza y me dijo la editora pues a ver cómo les va porque a veces la coescritura a muchas personas les cuesta trabajo, terminan peleados o discutiendo. Pero realmente fue tan fácil hacerlo, ella tuvo una idea muy brillante que fue partir la idea de las geografías feministas del cuerpo: la casa, el trabajo, las distintas esferas espaciales y, a partir de ahí, empezamos a hacer una lista de machismos cotidianos y empezamos a escribirlo.
El libro está hecho por las dos, no es que una hizo la mitad y la otra la otra mitad, fue muy orgánico se nos fueron ocurriendo cosas y apuntábamos sobre el texto de la otra o comentábamos, etc. Y yo escribí muchísimo en el celular, en el tráfico, en la parada de camión o en el metrobús, y cada quien trabajó a distancia y nos veíamos en mi casa o en la de ella para trabajar un par de cosas.
Yo, el que siempre tengo en la cabeza es revictimización, porque una cosa es sufrir violencia y vivirla, que obviamente es muy difícil en el momento y el estrés postraumático y todo lo que implica. Pero otra cosa muy dura que opera de formas muy crueles y permite de alguna forma que se vuelvan a repetir impunemente estos actos, es echarle la culpa a la víctima de lo que vivió.
Es una espiral muy problemática que sirve para mantener oprimido a quien es oprimido y sirve para mantener impune al opresor. Y se nota mucho, de hecho, la palabra o bueno la doble revictimización, nace a partir de un texto que se escribe acerca de la violencia clasista en Estados Unidos, que era también racista porque le echaba la culpa a lo que en ese momento se le llamaba Black Culture, la cultura negra. Los responsabilizaban de vivir en ciertas condiciones económicas muy difíciles, como si fuera su culpa por su cultura, lo cual es muy injusto.
Otro machismo es la fiscalización del tono, que es este rollo de tratar de desviar la conversación y cuando una persona que ha sido violentada se queja o hace un comentario o lo que sea, se habla más de cómo dice las cosas que de lo que dice, les importa más el tono del mensaje que el mensaje en sí, y es muy injusto y muy egoísta porque es exigirle a quién vive violencia que además sea súper ecuánime para que valga la pena escucharla y eso aparte de que sostienen un problema muy grande que es el patriarcado, nos afecta muchísimo.
La otra, diría yo, la “la voz de los expertos”: el hombre que explica cosas todo el tiempo, que es muy común porque a los hombres los educan como con un exceso de seguridad con el que ellos siempre tienen la voz del mando la voz intelectual, la posibilidad de dirigir las discusiones y evidentemente es muy injusto. Aparte, una crece sintiendo que no vale, desde muy chiquita ya no tienes referentes porque quién da las noticias es un hombre, aunque ahora ya hay más mujeres, el presidente es un hombre, el empresario donde trabaja tu familia es un hombre, quien tiene el mayor sueldo es un hombre, quien da la órdenes en casa es un hombre, etcétera. Crecemos sintiéndonos menos, porque la sociedad nos enseña que así somos, que nuestro papel es secundario y a los niños le enseñan desde muy chiquitos que su palabra es la más importante y por lo tanto su persona.
Otros que yo diría que tiene que ver con los hombres que explican cosas, que en inglés le dicen el Mansplaining, esto a los hombres que interrumpen… o sea como muje,r sobre todo en un debate público siempre tienes que buscar manera de que no te interrumpan en un debate público, como si fueras digna de una escucha participativa por parte de un hombre y es muy común que a las mujeres les interrumpan todo el tiempo.
Por último, diría que es muy importante hablar del rechazo a las personas no binarias, a las personas que deciden no identificarse con el género que se les asignó cuando eran muy pequeños por la forma de sus genitales, el silencio alrededor de algo tan común, por ejemplo, que es la intersexualidad, las personas inter sí existen y son bastantes y es un tabú.
El rechazo a todas las diferencias sexuales, por eso cuando hablamos del patriarcado también se habla de heteropatriarcado, porque lo que rige es una forma de vivir la sexualidad, una forma de vivir nuestros afectos, y una forma de vivir el género con el cual nos identificamos o no, y con ello vivir gran parte de los que nosotros somos en sociedad, porque si a una persona no se le respeta por quién es, por su expresión de género, por su identidad de género, o por su preferencia sexual, estamos hablando de que está viviendo en una sociedad profundamente violenta y heteropatriarcal.
Yo creo que todos los libros y los materiales de divulgación tienen implicaciones importantes al ser objetos que comunican y provocan espacios de reflexión. El libro creo que tiene varias virtudes, una es que apela a la inteligencia de quien lo lee, no es un libro condescendiente pero sí es un libro muy ameno, no busca un lenguaje especializado ni hablarle a solo un circulo porque no es el sentido del libro.
El otro, creo que las viñetas ayudan un poco a tener una conversación más allá de lo escrito, también tiene diálogos escritos pero la visualidad siempre es un acompañante muy importante, aunque hay gente que no lo quiere aceptar, somos seres visuales.Y a nivel personal justo ahora que hablamos de procesos educativos a mí me hubiera gustado mucho leer este libro cuando era adolescente y hay mucho cariño por mi parte en estas páginas porque son reflexiones personales que a mí me hubiera hecho mucho bien leer y me hubiera ahorrado muchas violencias, tristeza y miedos porque lo que necesitaba era información.